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domingo, 9 de agosto de 2009

La mano fantasma de La Cuesta del toro



La siguiente leyenda urbana tiende a retomar fuerza cada verano en Arequipa; como es costumbre en dicha temporada, miles de personas ralizan el trayecto por carretera desde la ciudad de Arequipa, serpenteando por la agreste geografía, desde la ciudad a los balnearios de Mollendo, Mejía, Camaná y la Punta de Bombón. Para tal excursión, la ruta más frecuente es partiendo desde la Blanca Ciudad y descendiendo hacia la costa y obligatoriamente pasando por el sitio denominado "La cuesta del toro", un tramo de la carretera particularmente difícil ,en el cual el serpentín de curvas descendentes y muy pronunciadas, pegadas por un lado a montañas empinadas y por otro a un precipicio de más de 100 metros de profundidad, obliga aún al más experto conductor, a disminuir la velocidad para atravesarlo, ya sea bajando hacia la costa ó subiendo rumbo a la ciudad; paradójicamente, dicho tramo de la carretera cuenta con muy pocos accidentes registrados, mas eso no es lo que realmente aterra a los viajantes,...

Los reportes vienen primordialmente de testigos que regresaban a la ciudad, tras pasar unos días en la playa y conducían un automóvil familiar; al cruzar por la "Cuesta del toro", un suceso aterrador los dejaba casi paralizados de miedo: una mano fantasmal, venida de la nada, aparece de pronto, atravesando puertas y ventanas del auto, tratando de aprisionar a una víctima, sin saberse sus motivos ó intenciones.

"En el año 2001 estábamos regresando de pasar una semana en Mollendo" -nos relata Ricardo, quien prefiere no hacer público su apellido-, " veníamos en mi carro yo, mi esposa y mis hijas de 10 y 12 años. Nos agarró la noche pasando por la "Cuesta del toro". Las niñas estaban durmiendo en el asiento de atrás. De un momento a otro, mi hija mayor comenzó a gritar; mi mujer y yo volteamos a ver y nos quedamos fríos: ¡una mano la tomaba del brazo y la jalaba y ella gritaba desesperada, tratando de zafarse!!!!".

"Mi esposa la tomó del otro brazo y comenzó a halarla, gritando, ¡yo no sabía qué hacer!; estaba manejando, si volteaba nos íbamos a desbarrancar,... mis hijas y mi mujer gritaban y lloraban, jalaban a la mayorcita,... yo no pensaba en nada,... pensaba en rateros, ¡qué sé yo!. Eso duró como unos minutos, y de pronto, la mano le dejó de jalar,... desapareció. Me detuve a un lado. Ahí recién empecé a pensar: la ventana estaba cerrada y la puerta obviamente también. Además, en esa parte de la carretera,... la ventana del lado de mi hija daba para el lado del precipicio. No me preguntes qué era eso, pero lo vimos yo, mi esposa y mis hijas", sentenció.

Tal aterradora experiencia no solo es frecuente -he recibido hasta cuatro testimonios similares, aunque se han negado a dar más datos-, sino también ciertos intentos fallidos del misterioso "ente": "hace como cuatro años, regresaba con un grupo de amigos de Camaná"-, nos cuenta Rosa, una joven de 27 años-, "nos veníamos todos en el carro de un amigo: en el asiento de atrás, estábamos durmiendo yo, una amiga y un primo de ella. Yo iba con la cara pegada a la ventanilla. Al rato, sentí claramente que "alguien" me tiró fuerte de los pelos, contra la ventanilla".

"Me desperté de golpe y miré desde donde me habían halado: como estaba medio dormida, pensé que había sido el chistoso del primo de mi amiga, pero,... miré a través de la ventana y vi una mano, que se desaparecía. Pensé que era un reflejo y volteé a ver atrás mío. Mi amiga y su primo dormían. Otro amigo nuestro dormía en el asiento de adelante y el chico que conducía (otro conocido), estaba mirando hacia la carretera, bien agarrado al volante".




"Desperté a mi amiga y le conté todo. Me preguntó dónde estábamos y yo le dije "por la cuestadel toro", y ahí ella me contó que, años atrás a su hermana le había pasado algo igual, y que había visto una mano y un rostro flotando frente a su ventanilla. Yo sé que no estuve soñando: me dolía el cuero cabelludo, por que me habían jalado el pelo con mucha fuerza".

Nadie sabe quién o qué sera esa extraña presencia que agrede de tal manera a la gente que transita por la "cuesta del toro", y mucho menos cuáles son sus motivos y adónde pretende llevar a sus víctimas. Solo se sabe que cada verano, nuevos testimonios de veraneantes aparecen, aumentando cada vez más esta aterradora leyenda.


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